lunes, 23 de noviembre de 2009

Copenhague 2009, ¿una nueva esperanza?

No es la primera vez que saltan las alarmas.

Que el calentamiento global aumenta día tras día es una realidad que ya nadie puede negar.
Y la culpa de eso la tiene nadie en concreto, y todos a la vez.

Muchos son los intentos que algunas instituciones, como la ONU, están haciendo para tratar de concienciar a la población, y más especialmente a políticos y empresarios de este sobrecogedor panorama.

De hecho, la Organización Meteorológica Mundial (OMM),ha advertido recientemente en su boletín anual que la concentración a nivel mundial de gases de efecto invernadero (principales causantes del sobrecalentamiento del planeta) no para de crecer, y que en 2008 registró su grado más alto.
Estos datos resultan preocupantes, y dejan entrever la evidente necesidad de tomar medidas de una vez efectivas que ayuden a reducir la emisión de dichos gases tóxicos. El problema, y la prueba de la gravedad del asunto es que hasta la fecha, las acciones que se han llevado a cabo por instituciones y gobiernos no han sido suficientes, ya que los países siguen lanzando a sus anchas gases de CO2 o de metano (entre otros) porque no han sido capaces de llegar a un acuerdo.

Los últimos estudios llevados a cabo por el IPCC, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático dibujan un alarmante escenario en el que las temperaturas podrían aumentar entre 2,4 y 6,4 grados para finales de siglo.



Por eso creo que la celebración de la próxima cumbre climática en Copenhague (del 7 al 18 de diciembre) va a ser crucial para nuestro planeta. Sólo cabe esperar que los representantes de cada país asistente estén a la altura de las circunstancias y sea posible llegar de una vez al tan esperado acuerdo que consigua la reducción de emisiones que no logró en su día el Protocolo de Kyoto.

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